En 2007, un paper adelantó el potencial de los coronavirus en murciélagos y hasta usó la expresión “bomba de tiempo”. Otro, en 2015, detalló cómo estos agentes infecciosos afectaban el tracto respiratorio. Dos investigadoras explican por qué esas publicaciones pasaron inadvertidas
¿Podía preverse la pandemia de coronavirus? Sí. ¿Cómo? Hubo al menos dos papers en revistas científicas de primera línea que adelantaron la cuestión. Uno, hace 13 años, tras la epidemia de SARS de 2003 en el sudeste asiático, advirtió el creciente potencial de los virus de la familia “corona” en los animales: “La presencia de una gran reserva de virus similares al SARS-CoV en murciélagos de herradura, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, es una bomba de tiempo”. El segundo detectó en 2015 cómo esos agentes infecciosos eran -encima- capaces de unirse con éxito a unos receptores de las células del tracto respiratorio. Y avisó: “Nuestro trabajo sugiere un riesgo potencial de reaparición de SARS-CoV de virus que circulan actualmente en poblaciones de murciélagos”. Las preguntas son obvias: ¿alguien les dio bolilla a estas publicaciones? No. ¿Por qué? Lo aclararemos a continuación. Y, ¿podremos aprender la lección, de modo de prever la próxima epidemia viral? Tal vez.
Sobre estos aspectos hablaron dos expertas: la primera, Sofía Merajver, renombrada física y médica argentina experta en cáncer y epidemiología, que hace años dirige un equipo de investigación en la Universidad de Michigan, Estados Unidos. La otra, Sandra Goñi, biotecnóloga con doctorado en Ciencias Básicas y Aplicadas, especialista en virología de la Universidad Nacional de Quilmes. Ambas apuntaron a un “dramático divorcio” entre la ciencia básica y las ciencias aplicadas. Y así, trabajos de investigación que podrían cambiar el rumbo de eventos indeseables quedan cajoneados… circunscriptos al mundillo de los entendidos.
Para los ansiosos, acá va el final de esta nota: Merajver insistió en la importancia de aprender la lección. “La próxima epidemia seguramente venga de las aves, un tipo de gripe aviar. Quizás sea la influenza del subtipo H5N1 o una similar. Es una de las que más se teme y ya reapareció en 2014, en Canadá. Tiene alta mortalidad”, aseguró.
Pero, ¿qué decían los papers sobre el nuevo coronavirus?
El de 2007 (“Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus as an Agent of Emerging and Reemerging Infection”, es decir, “Un coronavirus que provoca Síndrome Agudo Respiratorio podría ser un agente responsable de la aparición y reaparición de infecciones”) fue fruto de expertos de la Universidad de Hong Kong y publicado en la revista Clinical Micriobiology Review, en el marco de un sinfín de investigaciones sobre esos agentes infecciosos, tras la epidemia del SARS-CoV en la que, entre 2002 y 2004, más de 8.000 personas resultaron infectadas y unas 900 murieron.
El paper ofreció una síntesis analítica de unas 4.000 investigaciones sobre el complejo ítem “coronavirus” e insistió en la necesidad de no ningunear la comprensión del virus, ya que es la vía para “el desarrollo de pruebas de diagnóstico (…) antivirales, vacunas (…) que podrían ser útiles en ensayos de control aleatorio si el SARS regresara”.
Investigadores realizando tests de coronavirus. EFE/EPA/ORESTIS PANAGIOTOU
Advirtieron que “los hallazgos de que los murciélagos en herradura son el reservorio natural de virus similares al SARS-CoV y que las civetas son el huésped de su amplificación, destacan la importancia de la vida silvestre y la bioseguridad en las granjas y los mercados húmedos, que pueden servir como fuente y centros de amplificación para infecciones emergentes”.
Esos conceptos fueron retomados al final del paper, en un apartado de título sugerente. “¿Debemos estar listos para la reemergencia del SARS?”, se preguntaron los investigadores.
Y lanzaron un pronóstico contundente, basado en la teoría y la mera observación empírica: “Los coronavirus son bien conocidos por sufrir recombinación genética, lo que puede conducir a nuevos genotipos y brotes. La presencia de una gran reserva de virus similares al SARS-CoV en murciélagos de herradura, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, es una bomba de tiempo. La posibilidad de la reaparición del SARS y otros virus nuevos de animales o laboratorios y, por lo tanto, la necesidad de preparación no debe ignorarse”. Repetimos que esto fue en 2007.
Cinco años atrás
En 2015,científicos de renombradas instituciones estadounidenses (la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y el National Center for Toxicological Research, Food and Drug Administration), en un trabajo conjunto con el Key Laboratory of Special Pathogens and Biosafety del Instituto de Virología de Wuhan, en China, publicaron en la prestigiosa revista Nature el trabajo “A SARS-like cluster of circulating bat coronaviruses shows potential for human emergence”. En español, “Un cluster de coronavirus tipo SARS que circula entre los murciélagos tiene el potencial de transferirse a los humanos”.
Sandra Goñi, experta en virología de la UNQ, explicó que “aislaron el coronavirus de murciélago e hicieron pruebas combinando herramientas que habían sido usadas para el SARS, ya que era el conocido en ese momento. Y lo que dicen es que, en el contexto adecuado, ese otro coronavirus podría adquirir la capacidad de infectar a humanos. En ese momento faltaban pasos ‘evolutivos’ para que se diera ese salto”.
Un ciudadano ecuatoriano con mascarilla camina por las calles de Quito. EFE/ Jose Jacome
Lo de “evolutivos” es interesante: los virus son agentes de la naturaleza con un “rumbo” muy lejos de la malignidad con que se los pinta. No hay “propósito consciente” que persigan, y por lo tanto, términos como “guerra” no serían los adecuados. “Se mueven al azar como una estrategia evolutiva. No son seres vivos, pero se van adaptando a los distintos huéspedes”, explicó Goñi.
El logro del paper de 2015 es que, en base a ese coronavirus de murciélagos que estudiaron en China, se diseñó, in vitro, una suerte de “quimera”, un virus que combinaba las características del primero con otras del SARS. “Eso lo adaptaron a ratones, con una vueltita de rosca experimental. Y así vieron que se infectaban las líneas celulares de las vías respiratorias en forma eficiente”.
“La información genética no era igual a la del SARS, pero podía llevar adelante la infección en esas células, lo que les permitió aislar lo que podría llamarse la ‘llave’ a través de la cual muchos coronavirus se unen eficientemente a los receptores presentes en las células del tracto respiratorio”, detalló Goñi.
Un kiosco de Ituzaingó vende barbijos y churros. Foto: Fernando de la Orden
Lo que buscaban los investigadores era “probar herramientas ante un potencial nuevo brote de coronavirus”, explicó la científica, y aclaró: “Como eran parecidos, probaron la terapia de anticuerpos que se había desarrollado para el SARS, pero no fue efectiva. Después hicieron al revés: agarraron ese virus quimérico, se lo inyectaron a los ratones y los desafiaron con una dosis de virus atenuado de SARS, y ahí parece que se vio cierta defensa. Lo cierto es que cada virus tiene su propio comportamiento cuando querés hablar de vacunas o terapéutica en general”.
Teorías conspirativas
El diseño de un virus experimental dentro del laboratorio dio lugar a versiones conspirativas que se refieren a un patógeno “creado” en China. En respuesta, al pie del informe de 2015 se puede leer una nota aclaratoria de los autores, fechada hace poco, el 30 de marzo de 2020: “Somos conscientes de que este artículo se está utilizando como base para teorías no verificadas de que se diseñó el nuevo coronavirus que causa COVID-19. No hay evidencia de que esto sea cierto. Los científicos creen que un animal es la fuente más probable del coronavirus”.
Goñi explicó que “los ensayos de genética reversa son estrategias ampliamente usadas para estudiar virus. Es decir, esto de usar una herramienta que contiene el genoma del virus a la que le hacés cambios para ver qué pasa con su fenotipo, su capacidad de replicación de afectar células in vitro, entre otros aspectos”.
Varias personas guardan la distancia social mientras esperan la llegada de su tren en los andenes de la estación de cercanías de Atocha-Renfe de Madrid. /EFE/ESPAÑA JuanJo Martín
Mientras para la experta es fundamental estudiar estos comportamientos, también hay limitaciones propias de este campo de estudio: “Las emergencias virales son así. O sea, hay enfermedades virales que convivieron con nosotros desde siempre, como el herpes. O, por ejemplo, entre el 20% y el 30% de los resfríos proviene de coronavirus endémicos”.
En cambio, dijo: “Otros virus representan eventos impredecibles. Emergente significa ‘novedoso’. Sin embargo, uno a veces la puede ver venir, como en este caso de los murciélagos, ya que hay mucho contacto de ciertas poblaciones con esos animales”.
¿Nadie la vio?
Si se podía ver venir la pandemia, ¿cómo es que nadie vio? Aunque Sofía Merajver es una argentina reconocida internacionalmente por sus investigaciones en materia de cáncer de mama y ovario (tarea que realiza en el laboratorio que dirige en la Universidad de Michigan), una de sus áreas de especialización es la epidemiología. Por eso habló del coronavirus con Clarín.
“Leyendo los papers de los últimos años, era clarísimo que algo así iba a pasar”, introdujo con dureza, y explicó: “Lafalta de conexión entre ciencia básica y salud pública es la receta para la muerte que se está viendo. En otras palabras, el estado de la pandemia en el mundo y la cantidad de gente que se murió hasta ahora es un resultado directo de la falta de planeamiento y comunicación entre las ciencias básicas -virología y microbiología- y la ciencia aplicada a la salud pública. Mientras exista esa grieta, millones de personas van a seguir muriendo”.
La experta apuntó al estilo de vida moderno, “como pasa también con el cambio climático”, comparó: “Es imposible no predecir estas enfermedades emergentes, considerando el número de personas en el planeta, las aglomeraciones urbanas, las inequidades y el estilo de vida. Todo eso hace que las enfermedades emergentes tengan conductos para esparcirse”.
Una persona en situación de calle, recostada en la puerta de una iglesia cerrada en Buenos Aires. /EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
Goñi agregó que, “además, no respetar los habitats naturales de los animales propicia estas transmisiones”.
El paper de 2015 es clave, apuntó Merajver: “A medida que tenemos la secuencia genética de estos virus y acceso a la información genética humana y de muchas especies de animales, podemos entender la probabilidad de que un virus se inserte en células humanas o de ciertos animales. El avance de este paper fue probar que esos virus tenían una gran probabilidad de expandirse en la especie humana porque la secuencia estaba lista para eso: sólo faltaba un pequeño salto”.
“¿Cómo actuar en el futuro?”, se preguntó la médica, y respondió: “Existen la Organización Mundial de la Salud y distintos organismos de control de enfermedades en cada país, pero no hay reglas universales para enfermedades emergentes como estas. Se necesita de inmediato la creación de un consorcio internacional liderado por científicos, no políticos, con participación de institutos públicos y privados y empresas”.
De ese modo, se haría una lista de potenciales enfermedades emergentes: “Por años estuvieron a disposición los datos que indicaban todo esto… Hay que tener los laboratorios listos haciendo investigación básica apropiada”.
Y, por fin, advirtió: “Este es el momento de explicarle a la gente que hay virus de las aves que tienen una mortalidad calculada en 30% y no del 1% o 5% como el coronavirus. Y tienen la misma capacidad de emerger que el CoV2. Si en este momento la ciudad de San Francisco tuviera un terremoto estarían preparados porque la experiencia los llevó a reedificar su ciudad en modo antisísmico. ¿Por qué no nos preparamos para esto?”.
Un nuevo estudio a gran escala sobre la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer confirmó que tiene una efectividad superior al 90% para prevenir casos graves
La información se desprende de los resultados observados en más de medio millón de personas inoculadas en Israel. La cifra fue del 62% para los que habían recibido la primera dosis
Un nuevo estudio a gran escala de la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer confirmó que tiene una efectividad superior al 90 por ciento a la hora de prevenir casos graves de la enfermedad.
En concreto, la cifra fue del 92 por ciento en este tipo de casos luego de recibir dos dosis, y del 62 después de una. También mostró que el riesgo de muerte se redujo en un 72 por ciento en las primeras dos o tres semanas después de recibir la primera vacuna. Y la cifra podría subir a medida que la inmunidad colectiva continúe creciendo.
En cuanto a la capacidad de prevenir hospitalizaciones, las cifras fueron: 74 por ciento luego de una dosis y 87 después de la segunda y de 46 y 92 por ciento respectivamente a la hora de evitar la infección por completo. También reportaron un 94 por ciento para prevenir el desarrollo de síntomas.
La información fue recabada a partir de los resultados observados en más de medio millón de personas que fueron inoculadas en Israel, el país que ha vacunado al mayor porcentaje de su población a nivel global y ha usado exclusivamente el inmunizante desarrollado por ese laboratorio.
La información fue igual de alentadora para las personas mayores de 70 que para los demográficos menores. En Israel, más de la mitad de la población ha recibido la primera dosis de la vacuna y el 34,7 por ciento ya tiene ambas en su organismo, según la agencia Bloomberg, que compila información de las campañas de inmunización a nivel global.
Una mujer recibe una vacuna contra el COVID-19 en Israel. (AP Photo/Sebastian Scheiner)
“Se trata de la primera prueba validada por pares de la eficacia de una vacuna en las condiciones del mundo real”, declaró a la agencia AFP Ben Reis, uno de los coautores del estudio, publicado este miércoles el el New England Journal of Medicine.
En paralelo, el doctor Gregory Poland, de la Clínica Mayo en Estados Unidos, le dijo a The Associated Press que los resultados son “inmensamente tranquilizadores”. “Más de lo que esperaba”, expresó.
El informe podría alentar a las autoridades a demorar la aplicación de la segunda dosis de la vacuna para aumentar la cantidad de personas que reciban al menos una. “Preferiría que 100 millones de personas reciban una a que 50 millones reciban dos”, dijo a AP el doctor Buddy Creech, de la univerisdad de Vanderbilt. “Creo que es una estrategia muy aceptable a considerar”, expresó por su parte Poland.
El estudio, llevado a cabo por científicos del instituto Clalit y la Universidad Ben-Gurion, comparó las estadísticas de más de medio millón de personas que habían sido inoculadas durante diciembre o enero con una cantidad equivalente de otras que no lo habían sido. Ninguna de ellas había contraído la enfermedad. 41 personas murieron en total, y 32 de ellas pertenecían al grupo que no había recibido la vacuna.
Adultos mayores vacunados muestran sus “pases verdes”, que los habilitan a realizar distintas actividades en el país. Foto: REUTERS/Amir Cohen
Las cifras son consistentes con el 95 por ciento de efectividad que el laboratorio había reportado en sus estudios de fase tres, y que llevaron a distintas autoridades regulatorias a lo largo del mundo a aprobar y comenzar a aplicar la vacuna.
Otro estudio del ministerio de Salud del país de Medio Oriente fue aún más alentador: informó que la vacuna posee una efectividad del 98,9% para prevenir la muerte, un 99,2% de protección contra enfermedades graves, reduce la morbilidad en un 95,8% y disminuye la posibilidad de hospitalización en un 98,9%.
Dado el éxito de la campaña, Israel ha reabierto gran parte de sus actividades. Gimnasios, teatros, hoteles, conciertos y sinagogas registrados en su programa de “pasaportes verdes” ya pueden operar. El pasaporte verde se concede a quienes lleven una semana vacunados contra el coronavirus, o a las cerca de 740.000 personas recuperadas del virus que actualmente no tienen derecho a la vacuna.
El hallazgo científico ocurrió en el Hospital Nacional de Niños de Washington DC y los epidemiólogos estadounidenses afirman que pertenece a la mutación N679S
El coronavirus y los niños son un caso excepcional. Quienes han padecido la enfermedad presentaron síntomas leves e incluso quienes necesitaron ser hospitalizados no escalaron hacia un estadio grave o severo. Pero la verdadera sorpresa llegó cuando los médicos estadounidenses registraron en el Hospital Nacional de Niños de Washington DC en el día de ayer, una importante carga viral en un bebé.Esta fue 51,418 veces más alta que la media de otros pacientes pediátricos. Y cuando secuenciaron el virus en el bebé, encontraron una variante que no habían visto antes.
Pero la alarma no terminaría ahí: tras la secuenciación del genoma del virus, encontraron una variante nunca antes vista en el hospital lo que llevó a plantear la hipótesis de que en una parte de Estados Unidos podría estar circulando una nueva mutación del virus.
Jeremy Luban, virólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, señaló que la carga viral en la nariz del bebé “es de por sí un dato alarmante y digno de atención”. Pero Luban prefirió la cautela ante el caso documentado y afirmó que “puede deberse a la mutación N679S, o simplemente a que el sistema inmunológico del bebé todavía no estaba completamente desarrollado, lo que permitió la replicación descontrolada del virus”.
No hay evidencia de que la variante con N679S, u otras identificadas por primera vez en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, sean más peligrosas para los niños (Shutterstock.com)
Roberta DeBiasi, jefa de enfermedades infecciosas del hospital, sabía que no podía concluir nada de un solo caso. Y a medida que los investigadores profundizaron en el misterio, encontraron evidencia de que una variante con una mutación llamada N679S puede estar circulando en la región del Atlántico Medio.
“Podría ser una completa coincidencia”, dijo DeBiasi. “Pero la asociación es bastante fuerte. Si ve a un paciente que tiene exponencialmente más virus y es una variante completamente diferente, probablemente esté relacionado “.
Los niños en general no se enferman por el coronavirus como lo hacen los adultos. La tasa de enfermedad grave es baja y unos 270 niños han muerto a causa del COVID-19, la enfermedad causada por el virus o una enfermedad asociada en un mar de 500.000 muertes en Estados Unidos. Podría ser algo sobre la biología de la juventud, han dicho algunos científicos, o quizás una mayor probabilidad de estar expuesto a un patógeno similar más recientemente.
No hay evidencia de que la variante con N679S, u otras identificadas por primera vez en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, sean más peligrosas para los niños. Pero los funcionarios de salud en el Reino Unido han dicho que están monitoreando un aumento inusual de infecciones, especialmente entre los niños de 6 a 9 años, que es desproporcionado para su porcentaje de la población.
Según un informe, vieron un fuerte aumento de las infecciones por COVID-19 entre los jóvenes, con más de 50.000 niños y adolescentes (Shutterstock.com)
Y según un informe del 9 de febrero en la revista médica BMJ, Israel también ha experimentado “un fuerte aumento de las infecciones por COVID-19 entre los jóvenes, con más de 50.000 niños y adolescentes que dieron positivo en enero, más de lo que Israel vio en cualquier país, durante la primera y segunda oleada“.
La vacuna también para los niños
Cuando se habla de la necesidad de inocular al 70/80% de la población para alcanzar la tan ansiada inmunidad de rebaño, siempre se dejó afuera de las prioridades a los niños debido a que no había estudios en el mundo sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas desarrolladas en menores de 18 años.
Ahora, los más importantes productores de vacunas para prevenir el COVID-19 planean comenzar a investigar sus formulaciones en esa franja etaria.
Pfizer y Moderna inscribieron a niños de 12 años o más en ensayos clínicos de sus vacunas y esperan tener resultados para el verano boreal. Dependiendo del rendimiento de las vacunas en ese grupo de edad, las empresas podrán probarlas luego en niños más pequeños. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) generalmente demora algunas semanas en revisar los datos de un ensayo clínico y autorizar una vacuna.
Pfizer y BioNTech reclutó a 2.259 adolescentes de 12 a 15 años (Reuters)
Otras tres compañías, Johnson & Johnson, Novavax y AstraZeneca, también planean probar sus vacunas en niños, pero están más rezagadas.
Según los especialistas, los niños también deberán ser vacunados para que los Estados Unidos se acerque a la inmunidad colectiva, ese objetivo prometido durante mucho tiempo en el que la pandemia se detiene porque el virus se queda sin personas para infectar.
La vacuna Pfizer-BioNTech fue autorizada en diciembre para cualquier persona de 16 años o más. La compañía continuó su prueba con voluntarios más jóvenes, reclutando a 2.259 adolescentes de 12 a 15 años. Los adolescentes tienen aproximadamente el doble de probabilidades de infectarse con el coronavirus que los niños más pequeños, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
La vacuna de Moderna comenzó a evaluar a adolescentes de 12 a 17 años (Shutterstock)
La vacuna de Moderna, que también fue autorizada en diciembre, está en un camino similar para las pruebas pediátricas. En diciembre, la compañía comenzó a evaluar a adolescentes de 12 a 17 años y planea inscribir a 3 mil voluntarios en este grupo de edad. La compañía espera resultados “alrededor de mediados de 2021”, dijo Colleen Hussey, portavoz de Moderna.
Con base en los resultados, Moderna planea evaluar la vacuna a finales de este año en niños de entre seis meses y 11 años.
Los bebés pueden tener algunos anticuerpos al nacer de madres vacunadas o infectadas, pero es poco probable que la protección materna dure hasta el primer año de edad. Y con su sistema inmunológico relativamente débil, los bebés pueden ser particularmente susceptibles a la infección si la transmisión comunitaria es alta.
El servicio AR1050 de la línea de bandera aterrizó en Beijing alrededor de las 17.30 de nuestro país. Se estima que arribará a Ezeiza este jueves por la noche. Según anunció el Gobierno, la mayoría de las dosis será destinada a los docentes
Alrededor de las 17.30 de la Argentina, el servicio AR1050 de Aerolíneas Argentinas aterrizó en Beijing, China, para buscar un cargamento de vacunas del laboratorio Sinopharm. Se estima que el vuelo de regreso arribará al Aeropuerto Internacional de Ezeiza este jueves cerca de las 22. De acuerdo a lo que anunció el Gobierno, la mayor parte de las dosis será destinada a los docentes.
El avión de la línea de bandera había partido este martes al mediodía. Si bien las autoridades nacionales aseguraron que llegará 1 millón de dosis, es muy probable que por la capacidad de la aeronave se cargue un diez por ciento menos, es decir 900.000. Luego de una larga negociación con el Gobierno de Xi Jinping, en total Argentina acordó la provisión de más de 20 millones de vacunas de Sinopharm.
Luego del escándalo desatado por el “Vacunatorio VIP” que funcionó en el Hospital Posadas, en Haedo, y en la sede del Ministerio de Salud, en la Capital Federal, la nueva ministra, Carla Vizzotti, aprobó estas vacunas el domingo pasado tras las sugerencias de la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica). Ahora, parte de la estrategia gubernamental pasa por intensificar el control de la aplicación de las dosis disponibles y que haya una mayor transparencia en los movimientos de la cartera de Salud. Esta semana también se espera la llegada de otras 300 mil dosis de la vacuna rusa Sputnik V, aunque todavía no se confirmó cuándo saldrá otro avión con destino Moscú.
Pasadas las 18.15 de este martes, el presidente de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani, informó en su cuenta oficial de Twitter: “En marcha el procedimiento de carga de las vacunas en el Aeropuerto Internacional de Beijing. Si todo continua de acuerdo a lo planificado, a las 21.50 hs de mañana estaremos aterrizando en el Aeropuerto de Ezeiza. Buen regreso a todo el equipo de @Aerolineas_AR”.
Anteriormente, Ceriani había dado otras precisiones sobre el vuelo: “Para el traslado de las vacunas, que en este caso requieren de una refrigeración entre 2 y 8 °C, se utilizarán ‘envirotainers’, contenedores especiales con control activo de temperatura. Esto nos permite trasladar un mayor volumen de vacunas en la bodega del avión”.
En tanto, este martes por la tarde el Gobierno nacional anunció que empezará a vacunar al personal docente en todo el país, justamente con el millón de dosis de la vacuna china Sinopharm que fue a buscar el avión de la línea de bandera. La decisión fue comunicada por Vizzotti y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a los ministros de salud de todas las provincias en la reunión del Consejo Federal de Salud (CoFeSa).
A pocos días del comienzo de las clases en la mayor parte del país, el gobierno de Alberto Fernández decidió así empezar a vacunar al personal docente con el fin de inmunizar la mayor cantidad posible de maestros en el inicio del año electivo. La decisión es un paso más en el camino que quieren seguir en la Casa Rosada para poner el foco en la gestión, luego del escándalo por los vacunados VIP.
De todas formas, el total de las vacunas chinas no será utilizado exclusivamente para los docentes. La intención del Gobierno es, con la llegada del mayor volumen de dosis desde que empezó el plan de vacunación, iniciar la inoculación en uno de los grupos de riesgo. Es decir, aprovechar la cantidad para abarcar con rapidez a la mayor cantidad de docentes posibles.