Para torcer las expectativas de los inversores, la petrolera estatal destacará su equilibrio operativo y su deuda manejable. A la vez, enfrenta dos factores complejos: el contexto macro de la Argentina y la incertidumbre en la política de precios de los combustibles, cuya venta representa el 80% de sus ingresos
El presidente de YPF, Guillermo Nielsen, enfrentará el viernes por la mañana un duro primer desafío: convencer a los inversores que, a pesar del desastroso cierre de balance de 2019, la compañía presenta todavía buenas perspectivas.
El desafío no será menor: llega en momentos en que la acción de la empresa está en mínimos históricos –la semana pasada perforó los USD 8 por acción, lo que arroja un valor bursátil apenas por encima de los USD 3.000 millones– y con pocos resultados para mostrar en los primeros meses del año ya que tampoco la performance del primer bimestre permite inducir mejoras, con ventas de combustible que no han aumentado a pesar del congelamiento de precios y el efecto estacional que se esperaba por el período vacacional del verano.
Como es de rutina, la conferencia de Nielsen vía streaming con inversores de todo el mundo está agendada para las horas siguientes a la presentación del balance, que la petrolera de control estatal presentará el jueves a última hora. Se trata de las cifras correspondiente al cuarto trimestre de 2019 y ejercicio anual, cuyo cierre arrojará para todo el año pérdidas por encima de los $ 30.000 millones. Es uno de los peores resultados de al menos los últimos 10 años, aunque en 2016 ya se había registrado un resultado similar, con una fuerte caída de los beneficios brutos en términos reales. El contexto en ese momento, sin embargo, era muy distinto para el sector, que se encaminaba a la liberalización de los precios del combustible.
En YPF aseguran que gracias a la caída de los precios del petróleo, producto de la crisis del coronavirus, los precios de las naftas ya no están retrasados
A septiembre de 2019, YPF contabilizaba una pérdida de $ 23.023 millones, producto de la devaluación, el atraso de los precios del combustible y la caída en el precio del gas. Esas pérdidas se acentuaron en el último trimestre del año, lo que empeorarán el indicador clave que miden los inversores y da verdadera cuenta de la evolución del negocio: el EBIDTA, sigla en inglés para definir el porcentaje de ganancias antes de impuestos, intereses, amortizaciones y depreciación de los activos. Ese dato es la principal preocupación de los ejecutivos –incluído Nielsen- de la compañía, que ya en el último balance presentado acumulaba una caída 15%.
Con esa carta de presentación, las autoridades de la empresa enfrentarán a los analistas del mercado internacional que dictaminan la recomendación de invertir en la empresa o no hacerlo. “Los resultados son muy insatisfactorios”, anticipó una fuente de la compañía, impedida de dar mayores precisiones por regulación antes de la presentación del balance.
En la compañía entienden que el precio de la acción está sobrecastigado, afectado por el clima financiero negativo generado por el riesgo económico del coronavirus pero admiten que que el congelamiento de precios de octubre tuvo un fuerte impacto y, tal vez lo más difícil de revertir, “pegó fuerte en contra de las expectativas”. En eso, precisamente, se enfocará Nielsen en su primer contacto con los inversores el viernes.
El presidente de YPF, Guillermo Nielsen, tendrá su primer contacto con inversores en un contexto complejo
El presidente de YPF no cuenta con muchos elementos que le permitan mostrar un panorama brillante pero se apoyará en tres ejes: los costos operativos de la compañía hoy no son un problema y se han manejado de manera acorde a las circunstancias, el endeudamiento también es manejable –recién en 2021 la petrolera afrontará un vencimiento de deuda cercano a los USD 1.000 millones- y el plan de inversiones también se adapta a las posibilidades de caja, sin la opción por el momento de recurrir a financiamiento externo.
Con todo, existen dos grandes incógnitas a despejar: por un lado, el contexto macroeconómico y la renegociación de la deuda pública. “La compañía necesita endeudamiento para crecer y eso está ligado al riesgo soberano”, afirman en la petrolera. De ahí que se considere vital un acuerdo exitoso con los acreedores privados y, sobre todo, lo antes posible.
Por otro lado, resulta central la futura política de precios de la compañía. Prácticamente el 80% de sus ingresos provienen de la venta de combustibles, hoy la única fuente disponible dado el cierre del mercado, precisamente por la falta de resolución en la reestructuración de la deuda. En YPF aseguran que gracias a la caída de los últimos días del precio internacional del petróleo ya no hay retraso en los precios del surtidor. Sin embargo, la cuestión es uno de los puntos más sensibles. El archivo reciente, en ese sentido, no es alentador. A fin de diciembre pasado, YPF buscó avanzar con un aumento de 5% en el precio de la nafta pero fue el propio Alberto Fernández quien se comunicó con Nielsen para frenar la suba. El episodio dio muestras del intento de la conducción de la petrolera de mantener las cuentas sólidas pero expuso a la vez las fuertes limitaciones políticas a la que está sometida su administración.
El incremento será menor a la inflación, que se estima en 11% para el primer trimestre. Quiénes podrían cobrarlo y cuándo se define.
A partir de marzo el monto de las jubilaciones y pensiones y demás prestaciones sociales se incrementará el 8,07% y para compensar la pérdida frente a la inflación habrá un bono extraordinario.
Así adelantaron a Clarín fuentes del Gobierno quienes agregaron que el alcance y el valor del bono serán definidos por el Presidente Alberto Fernández, entre mañana y el viernes.
Se estima que, como se aplicó el año pasado, el bono alcanzará a los que ganan la jubilación mínima o un poco más, a las pensiones no contributivas que cobran el 70% del haber mínimo y los que perciben la PUAM (Pensión Universal al Adulto Mayor). En total un universo de casi 5 millones de personas.
La decisión se tomó porque, con el 8,07%, el primer aumento en base a la nueva fórmula de movilidad, que se aplicará por tres meses (marzo-mayo) tuvo un mal debut para los jubilados, pensionados y demás beneficiarios de prestaciones sociales, como AUH, Asignaciones Familiares) que suman 18 millones de personas.
De todos modos, en Casa Rosada insistieron que con la fórmula del anterior Gobierno, el aumento hubiera sido más bajo, del 7,18%.
Punto más, punto menos, el aumento de las jubilaciones y pensiones sería inferior a la inflación del primer trimestre de este año, incluso estimando una inflación descendente (3,5% en febrero y 3,1% en marzo) ya que acumularía una suba de los precios del 11%, afectando a las 18 millones de personas alcanzadas por la movilidad.
Además de las jubilaciones y pensiones, el aumento comprende a las Asignaciones Familiares, AUH, pensiones no contributivas y PUAM (Pensión Universal para el Adulto Mayor. Y la fórmula de movilidad no prevé una compensación si la inflación es mayor que el incremento de los haberes.
Cuánto aumenta la jubilacion mínima
Con el aumento del 8,07%, la jubilación mínima subirá de $ 19.035 a $ 20.571 a cobrar durante marzo, abril y mayo. Las pensiones no contributivas serían de $ 14.400 y la PUAM de $ 16.457.
La fórmula de movilidad no contempla ninguna compensación si los aumentos son inferiores a la inflación. Tampoco contempla una recomposición por la pérdida que sufrieron todos los beneficiarios del sistema durante los últimos años que ronda entre el 15 y 25%, según los rangos de haberes. Pero no impide que se otorguen bonos extraordinarios, que no se integran al haber del jubilado, como pasó en 2020. Esto significa que no se consideran como base para los futuros aumentos.
El bono abarcaría a 5 millones de jubilados y pensionados con haberes un poco por encima de la mínima porque – argumentan en el Gobierno– son los mayores perjudicados por la inflación ya que destinan una proporción mayor de sus ingresos a la compra de alimentos, que es el rubro que más aumentó y más incide en el IPC promedio y en el valor de la canasta básica de pobreza.
De todos modos, el resto de los jubilados y pensionados tuvieron pérdidas entre 2018 y 2020 de hasta el 25% y con el 8,07% volverán a perder frente a la inflación.
En el caso de la AUH, en el Gobierno argumentan que los padres y madres con hijos menores de 6 años- tienen una compensación por el aumento de la tarjeta Alimentar que, desde este mes, pasó de $ 4.000 a $ 6.000 por hijo y de $ 6.000 a $ 9.000 con 2 o más hijos.
Sergio Massa adelantó que analizarán nuevas propuestas para el proyecto. Se avanza para que los sueldos de hasta 150.000 brutos no paguen cuando cobren el salario complementario
La semana que viene podría comenzar el tratamiento del proyecto de ley que presentó el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, por el cual se busca modificar el piso salarial a partir del que se comienza a pagar el Impuesto a las Ganancias.
La iniciativa, que recogió apoyos del oficialismo y de la oposición, establece un nuevo piso de $150.000 bruto por el cual se empieza a pagar el tributo. Sin embargo, en el proceso de discusión de las diferentes comisiones se irán haciendo modificaciones que apuntan a ampliar los beneficios para los trabajadores que tengan que pagarlo.
Habrá cambios y se ampliarán los beneficios (fuentes del massismo)
Fuentes cercanas al presidente de la Cámara de Diputados aseguraron a Infobae que “habrá cambios y se ampliarán los beneficios” y que en ese orden de prioridades de modificaciones encabezan la lista las horas extras, los viáticos y el aguinaldo. Y se analiza lo que podría ser la mayor sorpresa del proyecto: los Autónomos. Se está terminando de estudiar el costo que tendría que una parte de quienes están encuadrados en esa categoría fueran alcanzados por la nueva norma.
“Se está trabajando para sumar que las horas extras y los viáticos de algunos sectores en donde estos dos ítems son cotidianos que no sumen para pagar Ganancias”, explicaron fuentes legislativas.
Lo que sucedió en Toyota días atrás, cuando la empresa que concentra el 50% de las exportaciones del sector automotriz frenó la producción porque sus empleados no aceptaron trabajar un feriado ya que perdían más de lo que ganaban por consecuencias del pago de Ganancias.
Sergio Massa y Martín Guzmán (Maximiliano Luna)
Otro punto importante que están trabajando en el equipo de Massa es el de los aguinaldos. “Buscamos que aquellos que ganan hasta 150.000 pesos brutos no paguen Ganancias por pasarse con el aguinaldo”, describen cerca de Massa. Otro punto que se estudia lo propuso la oposición y tiene que ver con poder descontar los gastos en educación, como cuotas de colegios, libros, materiales y viajes, entre otros.
“El proyecto tiene que ser sustentable desde el punto de vista fiscal. El costo fiscal tiene que ser algo que esté dentro de ciertos parámetros. Algunas de las propuestas que ofrecen desde la oposición se podrían sumar y otras no por el costo que tienen”, explican desde el massismo. Ayer, el presidente de la Cámara baja se reunió con legisladores del Frente de Todos que representan a distintos gremios para analizar el proyecto.
Massa con los diputados de su bloque de extracción gremial
Aunque todos los bloques están de acuerdo con el cambio propuesto por el oficialismo y hubo un decreto por el cual se habilitó a que el tema sea debatido en el Congreso, recién comenzará la discusión luego de la apertura de las sesiones ordenarías.
“Para que quede bien el bordado, primero necesitamos tiempo para zurcir”, metaforizó una fuente del oficialismo que participó de las negociaciones técnicas previas a la presentación del proyecto. Y es que, a pesar de la buena recepción de la medida, que también establece que aquellos que cobren hasta 173.000 pesos brutos tengan menores descuentos que en la actualidad, el Frente de Todos recibió, en las últimas semanas, algunos reparos de la oposición y una parte del sindicalismo.
El proyecto fija un “nuevo piso” de remuneración mensual que beneficiaría al 63,4% de los contribuyentes que actualmente lo pagan en todo el país. El objetivo es proporcionar un alivio fiscal a la clase media trabajadora y jubilados y potenciar el mercado interno.
La automotriz japonesa buscó producir un feriado y en medio de vacaciones, pero no consiguió el personal suficiente para poner en marcha su planta
Lentamente, el sector automotriz comienza a recuperar un poco del ritmo de producción que supo tener en otros tiempos. Sin embargo, la presión impositiva y las restricciones cambiarias empiezan a ponerle un freno que dificulta que comience a rodar.
El impuesto a la Ganancia que presiona sobre los salarios del sector y la falta de aprobación del Sistema Integral de Monitoreo de las Importaciones (S.I.M.I.) para el ingreso de unidades fabricadas en el exterior está golpeando a una industria que aún se encuentra muy por debajo de la media en lo que se refiere al uso de la capacidad instalada y pelea por recuperar un mercado de ventas.
Como publicó Ámbito Financiero, Toyota no pudo producir porque entre vacaciones y el rechazo de los empleados a sumar horas extras en el feriado por el impacto que tiene el plus salarial en Ganancias, no logró completar la planta de trabajadores necesaria para poder poner la maquinaria en marcha.
La compañía asiática, que tiene una balanza superavitaria ya que exporta alrededor del 80% de lo que produce en el país, pretendió mantener la planta activa el pasado martes feriado de carnaval. Sin embargo, no logró reunir el número de trabajadores necesarios para poner en marcha la producción.
Hilux, la pickup que exporta Toyota desde la Argentina
Desde la empresa explican que “no solo es por el impacto del impuesto ya que hay gente de vacaciones”, pero también hicieron referencia a Ganancias al señalar que “está claro que mientras más se trabaja, más se gana y más se paga; en el sector automotriz se parte de salarios con pisos altos, por lo que rápidamente se pasa de escala”.
En el sector automotriz descartan de plano que sea un conflicto con Smata y recuerdan que hace unos años hubo un acuerdo con el sindicato para trabajar los fines de semana para cumplir con los cupos de producción que necesitaba la empresa. “No es la primera vez que le pasa y es porque los empleados entienden que, con el descuento y el esfuerzo de trabajar un feriado, pierden más de lo que ganan”, agregó.
Según la empresa, durante el 2020 la planta de la marca japonesa en la Argentina representó el 50% de las exportaciones de la industria automotriz local, con 32.724 unidades despachadas y USD 800 millones en ingreso de divisas.
Mercedes, también
En la otra punta del conflicto que vive el sector está la alemana Mercedes Benz, que asegura sufrir escasez de unidades pero, en este caso, por la falta de aprobación de importaciones. La marca tiene varadas alrededor de 700 unidades a la espera de la aprobación del Sistema Integral de Monitoreo de las Importaciones (S.I.M.I.) por lo que lentamente se le está secando el mercado de unidades para vender.
A diferencia de Toyota, el problema de la alemana tiene que ver con la escasez de dólares y las trabas que tienen las empresas para acceder a los cupos que les permitan la importación de unidades. En general, las empresas de importados apuestan a incrementar ventas aprovechando la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el paralelo porque, aunque las unidades cotizan en dólares, lo hacen al valor que fija el Banco Nación y se pagan en pesos. Por eso, quien tiene los dólares billete para comprar un auto de alta gama importado necesita cambiar menos dólares si utiliza la cotización del mercado paralelo.
Aunque Mercedes Benz fabrica en el país –tiene una planta donde hace la van Sprinter– no logra acceder al mercado cambiario para hacerse de dólares ni que la Aduana le libere las SIMI. Asegura tener unidades en los depósitos fiscales que “de estar en una concesionaria se venderían rápidamente”, aseguraron desde la empresa.